28 mayo 2006
El Código Da Vinci (2006)
Entré de noche y salí de madrugada gracias a las dos horas cuarenta minutos que dura la película. Todo entendido en la materia, vamos que la mitad de los usuarios de metro -el resto lee Los pilares de la tierra-, nos explicaría que eso se debe a que la película sigue rigurosamente los acontecimientos narrados en el libro, eso supone así a ojo que por cada minuto de película estamos ingiriendo exactamente 3,5 páginas del libro. No está mal. Alguien que no lo haya leído, cualquiera en sus cabales, les diría sin embargo que la película es así de larga porque fueron tontos y no vieron el chollazo de la trilogía que tenían ante sus narices. Por lo demás no se hace larga si no miras el reloj (y si no has mirado jamás el libro, eso también ayuda).
Tom Hanks hace de criptógrafo de referencia que no entiende el francés, investigador y profesor en Harvard, que ha ido a parar de rebote a París para dar una conferencia y firmar su nuevo libro (por la temática de éste no hará falta que les explique que efectivamente es el éxito de la semana). Mientras tanto, un entrañable abuelito que nadie sabe por qué estaba a las tantas de la madrugada paseando por el Louvre (como si allí se pudiera entrar a cualquier hora con el carné del Carrefour) es resquebrajado a tiros tras ofrecer una pista falsa a su monje-asesino albino. El caso es que el hombre, sabedor que de esa no sale, se dedica a pasear de una sala a otra (sí, sí, con el tiro en las entrañas) dejando pistas en las paredes con un material invisible (que llevaba de serie la chaqueta) en vez de hacer una llamadita por el móvil. Hecha la faena, terminará rajándose la piel (quizá debamos suponer que con la hebilla del cinturón) con el dibujo de la estrella de David en el cuerpo, perdón, quise decir la unión de los símbolos femenino y masculino.
De ahí en adelante todo son pistas, enigmas y criptografía que nuestro protagonista descifra cual John Nash para llegar en una parábola perfecta al principio de todo: la mujer y la manzana. Además de los símbolos, la trama hace un intento de carga contra el Opus Dei ("secta, secta, secta") que facilita la escena a lo Pasión de Cristo, pero que después defrauda con la única aparición de un cardenal entregado a la causa y enamorado de su discípulo el albino (éste sería un punto de la historia claramente desaprovechado).
Quedan claras a lo largo de la película tres ideas fundamentales: que los franceses son tontos, que el Opus Dei es una secta y que la iglesia católica se sostiene sobre una mentira. Y con tanta crítica y tanto alboroto, la película es de un casto que aburre, mucho querer tocarle la moral a la iglesia, para luego nada. Pero vayan a verla, es entretenida y a mis amigos no les gustó.
Respecto de Ford Fairlaine debo decir que tras un pre-visionado, espero impaciente un segundo pase para hacer la entrada correspondiente en este blog que se está convirtiendo en un medio de desahogo perfecto con este tipo de cosas. Las cuentas, no se entera mucha gente y así luego puedes parecer una personita normal.
saludos
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