22 abril 2006
Yo Claudio
No sé si vieron Roma, una bacanal muy entretenida que intercalaba la historia de la República hasta el asesinato de Julio César. Si no la vieron no sufran, hay algo mejor: YO·CLAVDIO, serie producida por la BBC en 1976, que por lo que a estética se refiere, podemos situarla a mitad de camino entre Estudio 2 y un vídeo educativo de la UNED. Voy a ahorrarles la descripción del menú de los dvds. La serie (en color, qué se habían pensado) narra la historia de la familia Julia, desde el 50 a.C. al 50 d.C. Está narrada por Claudio al borde de su lecho de muerte y obsesionado con la hipótesis (acertada) de que intentaban envenenarle. Las barbas son postizas y la vejez llega a golpe de máscara de goma mal pegada, pero vale la pena, vale mucho la pena, aunque sólo sea por ver la caracterización de Herodes Agripa como avaro judío que después se convertirá en Mesías, para ver a las arpías de las mujeres de los Césares en general, o para deleitarnos con la hilarante caracterización de Calígula.
Sin duda voy a destacar un pasaje del capítulo octavo, aunque si por alguna de aquellas tienen la serie en el altillo del armario, este es el momento, pongan el quinto DVD y acudan al último título del capítulo décimo (1 hora 40 mín.). Allí contemplarán a la Guardia Pretoriana gritando por error contra Claudio “¡Criminal! ¡Matas a nuestro amado emperador y nos dejas sin trabajo!”. Aclarado el error (a Calígula no lo mató su tío Claudio sino los tribunos Casio Querea y Cornelio Sabino), es la propia Guardia la que decide nombrar a Claudio, “el hermano tonto de Germánico, tío del Emperador”, emperador de Roma, mientras Claudio grita acongojado por la situación “¡no, no, yo no quiero ser emperador, yo quiero la república!”. Impagable. Aunque más quizá es el look neo-punk de Caractato, el rey que se opuso al Imperio Romano en Britania, el lolailo de Nerón, el travesti de Calígula (y su caballo senador) y así todos los demás.
Sin duda voy a destacar un pasaje del capítulo octavo, aunque si por alguna de aquellas tienen la serie en el altillo del armario, este es el momento, pongan el quinto DVD y acudan al último título del capítulo décimo (1 hora 40 mín.). Allí contemplarán a la Guardia Pretoriana gritando por error contra Claudio “¡Criminal! ¡Matas a nuestro amado emperador y nos dejas sin trabajo!”. Aclarado el error (a Calígula no lo mató su tío Claudio sino los tribunos Casio Querea y Cornelio Sabino), es la propia Guardia la que decide nombrar a Claudio, “el hermano tonto de Germánico, tío del Emperador”, emperador de Roma, mientras Claudio grita acongojado por la situación “¡no, no, yo no quiero ser emperador, yo quiero la república!”. Impagable. Aunque más quizá es el look neo-punk de Caractato, el rey que se opuso al Imperio Romano en Britania, el lolailo de Nerón, el travesti de Calígula (y su caballo senador) y así todos los demás.
Son trece agradables horas repartidas en seis dvds, aunque por descontado, si su extravagancia llega a límites insospechados, serán como yo capaces de ver los 13 capítulos de un tirón.